El señor de los milagros

El señor de los milagros

¿Quién es el Señor de los Milagros?

El día 31 de octubre se realizó en nuestra iglesia María Inmaculada de Fuencarral la misa y procesión en honor al Señor de los Milagros, recientemente reconocido como el “Patrono de la Espiritualidad Católica del Perú y símbolo de religiosidad y sentimiento popular”. La celebración eucarística estuvo presidida por nuestro párroco… quien concelebró junto a otros tres sacerdotes, dos de ellos procedentes del mencionado país.

La fiesta del Señor de los Milagros constituye en la actualidad un elemento de la identidad peruana y es la única celebración religiosa que ha logrado congregar a los diversos sectores sociales del Perú. Pero si bien es representante de una feligresía de carácter nacional, en las últimas décadas, como consecuencia del fenómeno migratorio, su devoción va traspasando fronteras, causando admiración, curiosidad y, quizá, perplejidad entre aquellos que ven por vez primera a un grupo hombres y mujeres, niños, jóvenes, ancianos, familias enteras que peregrinan en procesión por las calles acompañando a su Señor.
Para los fieles, la procesión constituye una experiencia de oración y peregrinación. Las personas que acuden a ella lo hacen en sentido orante, sumergidos en los cantos y fijando la mirada hacia la imagen, ciertamente acuden también ligados por una promesa hecha al Señor, para pedir favores o agradecer los ya concedidos, pero igual, están allí para reafirmar su fe y pedir su bendición.

¿Pero quién es este Señor que en sentido inverso a 1492, cruzó el mar y llegó a otras tierras?

Se trata de la devoción una imagen de Cristo crucificado, ciertamente de poco valor artístico, pintada por unos esclavos negros angoleños a mediados del siglo XVII a las afueras de la ciudad de Lima, entonces centro de la administración colonial de España sobre esas tierras. Esta imagen se encuentra en lo que ahora es un monasterio que constituye también un centro de peregrinación y oración permanente para los fieles católicos del Perú. Todos los meses de octubre se realizan varias procesiones con una réplica de la imagen, esta práctica religiosa es la de mayor significación en torno a esta devoción, ella recorre, desde las primeras horas de la mañana hasta terminar el día -a veces en la madrugada del día siguiente- las principales calles y barrios tradicionales del centro de la ciudad de Lima y se dice que llega a congregar a un millón de personas en su momento culmen. Con el paso de los años la imagen de la procesión ha adquirido mayor valor simbólico que la propia imagen original. Alrededor del Señor de los Milagros se han establecido diversas organizaciones, la principal y más tradicional es la Hermandad de cargadores del Señor de los Milagros, formada y organizada en 1766, siglos después se constituyeron oficialmente las hermandades de las Sahumadoras en 1962 y de las Cantoras en 1967 , aunque estas últimas ya existían en la práctica desde 1671 y 1687 respectivamente. Pero la devoción al Señor de los Milagros manifiesta unos rasgos antropológicos e históricos más profundos que trataremos de explicar a continuación.

El señor de los milagros
El señor de los milagros

El antropólogo y sacerdote jesuita Manuel Marzal y la historiadora María Rostworowski ubicaron la devoción al Señor de los Milagros dentro de lo que se conoce como el fenómeno de sincretismo religioso, es decir, producto de una fusión de creencias ancestrales y cristianas que se han ido dando a lo largo de los siglos, fenómeno que -se debe acotar- está presente en todo el catolicismo.

Estos autores concuerdan que las creencias en torno a las divinidades indígenas permanecieron a pesar del proceso colonizador y se fusionaron con la fe de la religiosidad cristiana. La devoción al Señor de los Milagros es un claro ejemplo de este proceso. Rostworowski, quien hizo un profundo estudio histórico sobre el tema, sostiene que el origen se encuentra en el periodo prehispánico, concretamente en los llamados indios de pachacamilla que habían sino iniciados incipientemente al catolicismo pero que en el fondo también conservaban el culto a una deidad ancestral que creían los protegía de los frecuentes temblores y terremotos. Luego con la llegada de los negros esclavos convertidos también al cristianismo y la desaparición de los pobladores indígenas sucedió propiamente el fenómeno del sincretismo religioso, cuando la imagen del Cristo crucificado habría sido pintada por los esclavos angoleños en el mismo lugar donde los indios veneraban a su dios de los temblores. Por ello, no es de extrañar los títulos que hasta hoy conserva el Señor de los Milagros quien es llamado también el Cristo de Pachacamilla, el Señor de los Temblores y el Cristo Moreno, esta variedad de nombres son producto -volvemos a decirlo- del proceso de sincretismo religioso ocurrido en la historia de su origen en el que los atributos que tenía el dios indígena pasó a formar parte del Cristo.

El culto al Señor de los Milagros se ha ido multiplicando a través de los siglos, pero es a partir del periodo contemporáneo y luego de la explosión demográfica de la ciudad de Lima -como producto de la inmigración masiva del interior del país hacía la capital- en que la devoción al Cristo Moreno se multiplicó aun más incorporando a la gran masa de migrantes llegados a la capital y a su vez dicho culto se fue reproduciendo en otros lugares del país. En el contexto de las inmigraciones internacionales, este proceso se sigue dando. Actualmente existen hermandades del Señor de los Milagros constituidas oficialmente -reconocidas por la organización central y por las instancias jerárquicas de las iglesias locales- en varias ciudades de Europa y Norteamérica, también en países como Chile, Argentina, Brasil y Japón, aunque en el caso de este último lugar el proceso se vio dificultado por amenazas de La Yakuza, mafia japonesa que no ve con aprecio una expresión de fe cristiana. En Madrid actualmente existen tres hermandades de cargadores y sahumadoras y, al igual que en las otras ciudades, se realiza durante algunos días de octubre las llamadas procesiones.

Si bien para la colectividad de peruanos que hoy viven fuera del país el Señor de los Milagros constituye un elemento de reafirmación de una identidad originaria no es extraño constatar algunos signos en que esta devoción va siendo también expresión de fe para otros, algo que se puede constatar solo observando la composición de los rostros que acompañan las procesiones o de las, generalmente mujeres, que preguntan con curiosidad ¿Quién y de dónde es este Señor?, para luego pedir una estampilla de la imagen y llevarlas a su hogar.

El Señor de los Milagros es pues la imagen del Cristo crucificado, solidario con el sufrimiento de los que más padecen y necesitan en la sociedad, su origen está claramente identificado con los indios sometidos por la conquista y los esclavos negros que vieron en Él no solo el consuelo y la fuerza para sus vidas sino también la afirmación de su dignidad como personas. Luego el Señor pasaría a ser parte de la gran masa de inmigrantes llegados a la capital del Perú que día a día luchaban con su trabajo por un lugar en la ciudad de Lima. Hoy, el Señor de los Milagros sigue siendo aquel peregrino, un signo visible y palpable que camina como un foráneo por calles que poco a poco ya no le resultarán extrañas ¿Quién es el Señor de los Milagros? Es aquel que dijo a Zaqueo “baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa” (Lc. 19,5). Pues nada de lo que hemos dicho será suficiente para responder a la pregunta y entender una respuesta si no abrimos la puerta de nuestros corazones al Señor que nos llama y pide alojarse en nuestra morada.

Alejandro Muñoz SJ

MARZAL Manuel. Tierra encantada, tratado de antropología religiosa de América Latina, Trotta, Madrid 2002.
ROSTWOROWSKI, María. Obras completas, Vol. II. Pachacamac. Instituto de Estudios Peruanos, Lima 2009.

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